miércoles, 27 de julio de 2011

El misterio de la guía de ferrocarriles (Agathe Christie, 1936)


Desconocía la labor de traductor que había ejercido J. Mallorquí para la Editorial Molino durante los años 50, y ver su nombre asociado a esta labor en este ejemplar me llamó bastante la atención. ¡Como si no hubiera tenido bastante Mallorquí con su producción propia! Otra de las cosas más sorprendentes de esta novela, y de la producción de Agatha Christie, es su "crueldad", su vehemencia a la hora de tratar asuntos relacionados con el crimen, la mente del criminal, la sangre. Una vehemencia, humor negro e incorrección política que es lo que hacía grandes estas historias, y la acercaban, dentro de la literatura popular, más a Stevenson o Hitchcock que a Zane Grey. En este caso el ínclito Hercules Poirot sigue la pista de un asesino en serie, que está sembrando de cadáveres los alrededores de Londres. Primero fue Alicia Ascher, en Andover; después vino Betty Barnard, en Bexhill-On-Sea; a continuación, el anciano adinerado Carmichael Clarke, en la mansión Combeside de Churston... : "¡Tres muertes! ¿Qué importancia tiene eso si cada semana mueren por estas carreteras más de ciento cuarenta personas?", dice Poirot hacia la mitad de la trama frotándose las manos a la espera de un cuarto asesinato que sacie su sed de intrigas y pesquisas... Y cada pocas semanas, un nuevo fiambre, sin conexión ni rasgos comunes entre sí, ni un mismo modus operandi. La única pista, la aparición en cada escenario de una guía de ferrocarriles de la marca ABC, y la megalomanía del asesino, que le incita a envía cartas al detective Poirot, firmando como A.B.C., antes de cada crimen. La narración, en boca del íntimo amigo de Poirot, el retirado Capitán Hastings, está salpicada de sucesos al margen, que siguen el día a día de Alexander Bonaparte Cust, tratante de ropa femenina, a quien la autora presenta ante el lector como obvio y principal sospechoso de la exasperante masacre abecedárica; pero nada será lo que parece, y a Hercules la detención de A.B. Cust con infinidad de pruebas en su domicilio no le satisfará, ni mucho menos.

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