viernes, 8 de julio de 2011

Inside job (Charles Ferguson, 2010)


Soy de natural disnumérxico, discalcúlico o como se diga, y se me hacen muy cuesta arriba los asuntos de economía mundial. Por eso había intentado ver esta película otras dos veces, y tuve que abandonarla cabizbajo porque no me enteraba de una mierda. Anoche me concentré mucho y acerqué el sillón de orejas hasta la tele, privándome de cualquier otro estímulo sensorial, y conseguí por fin terminar de ver "Inside job", otro de esos documentales viscerales sobre cómo nos venden la moto y lo mezquinos que son los poderosos (archivar al lado de los "Zeitgeist", los de Michael Moore, el de Naomi Klein, etc.). En este caso se trata de una película de terror, donde vemos desfilar, y en muchos casos contestar a las incómodas preguntas del director, con nombres y apellidos, a los responsables directos de que cientos de miles de puestos de trabajo, empresas y países enteros, se hayan ido a pique en estos últimos años. Señores muy feos, viejos y malos que diseñaron un plan para robarnos el sueldo y las casas a la masa. Repartírselo del orden de cientos de millones anuales. Gastarse obscenas millonadas en drogas y putas. Mearse en las leyes financieras norteamericanas. Mentir a todo el mundo diariamente, y salir indemnes, e incluso reforzados, colocados en la administración Obama, etc. La gran mayoría de estos banqueros y políticos corruptos no quisieron aparecer en el documental, pero unos pocos sí dan la cara, y son incapaces de contestar a cosas tan sencillas como que si no se les cae la cara de vergüenza. Alguno se rebota, pide que apaguen la cámara, se pone chulito y le dice a Charles Ferguson que le está agotando el tiempo y la paciencia. El documental es una sucesión de entrevistas, imágenes de archivo de gente pobre y polígonos industriales vacíos, y sobre todo gráficas y cifras. Esta tercera vez creo haberlo entendido todo, y se confirman mis sospechas de que menudos ladrones, hay que joderse, habría que matarlos a todos, puñetazo en la mesa.

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