martes, 23 de agosto de 2011

Capitán América: El primer Vengador (Joe Johnston, 2011)


Me pasó una cosa terrible, terrible, viendo esto: me quedé plácidamente dormido durante la proyección. Tengo por costumbre ir con un amigo a ver blockbusters a algun multisala del centro o de al lado de su casa, en día del espectador a media tarde. Y cuando se apaga la luz de la sala, nos arrastramos a la fila VIP, por el precio NIP (no entiendo cómo no hace esto todo el mundo). Ha sido un mes agitado, habría dormido poco, o vete a saber, pero estaba bastante metido en la película, emocionado esperando a que la gigantesca pantalla ante mis ojos se llenase de puñetazos, nazis volando, barras y estrellas. Y sin embargo, me dormí a la media hora. Es terrible.
El primer tebeo de Marvel que recuerdo haber leído, y la primera colección que empecé, era precisamente del Capitán América. Chuloputas, superatlético, un poco llorica, guapete, quintaesencia del superhéroe de pijama y pescozón. Lo justo de salvapatrias, dependiendo del guionista, el Capi siempre ha sido un personaje interesantísimo, con un background delicioso, un líder nato. Siempre le tuve mucho cariño. Qué ganas tenía de ver ésta.
Pero qué cómodo estaba en aquel asiento de Príncipe Pío. Joder, jamás me había sentado en una butaca tan cómoda. Tan fresco en agosto, practicamente tumbado sobre aquel trono, aquel escaño enorme, suave, esponjoso, practicamente lechoso, con un fresisuís gigante en cada mano... Por eso no voy mucho al cine, a) porque me da asco escuchar ejércitos masticando estruendosamente, b) porque lo mismo te toca detrás a un troll-del-cine que jalea o lanza tuercas desde la platea... y sobre todo, c) porque me duermo. No recuerdo haberme dormido mucho en el cine. La vez anterior fue viendo "Transformers", la primera parte. Me quedé frito en el mismo instante en que comenzó la primera escena, y me despertaron a la hora de abandonar la sala. Y joder, mi sueño estoy seguro de que fue infinitamente mejor que la película. Es imposible que se haya rodado, ni hasta hoy ni en los próximos cien años, una película tan realista, trepidante, acojonante como lo que soñé acunado por los demoledores efectos especiales, sonidos metálicos y banda sonora de "Transformers". Fue un sueño absolutamente insuperable, una experiencia multimedia espectacular. A la salida fui dando la mano y felicitando uno por uno a todos los acomodadores, a azafatas y vendedores de jodida mierda masticable. Me fui de allí muy, muy, muy feliz. Escribí una carta a la productora de Hollywood para felicitarles por el extraordinario orgasmo multisensorial que acababan de proporcionarme sin querer, y que acababa de protagonizar yo, con la pista sonora envolvente de "Transformers" a mi alrededor.
El mejor sueño que he tenido en mi vida, por tanto, y sin duda alguna, tuvo lugar en aquella sala de cine. Aquella jornada fui un pionero del cine del futuro: el cine paranormal, metafísico o vete a saber cómo lo llaman (seguramente con algunas siglas de mierda), locales en los que el espectador se sentará en un sofá parecido a aquel, o bien dentro de una burbuja de aislamiento sensorial, y se colocará unos electrodos en el cráneo, que le harán protagonista, en seis dimensiones, de la película. Siempre he pensado que probablemente fui seleccionado por Hollywood en persona (?) o por la CIA para protagonizar un experimento de este tipo, cuando me dormí viendo "Transformers" de principio a fin.
En fin. Esta vez, durante la media hora (aprox) que me dormí a mitad de "Capitán América", también soñé algo magnífico. Pero no lo recuerdo. Más o menos me dormí cuando Steve Rogers ya es cachas y le dicen que la avanzadilla aquella que se había internado en terreno de HYDRA ha sido capturada, y que no hay tutía, pero él decide, vive Dios, ir por su cuenta a sacarles de allí y darles para el pelo a los übernazis. Soñé con algo guay, y lo seguí ensoñando durante más de media hora, pero al mismo tiempo luchaba por imponer la vigilia, en lugar de rendirme definitivamente a las caricias de ese sillón maravilloso (...qué sillón...) y a mis fantasías. O sea, que no tuve una experiencia onírica suficientemente satisfactoria, y encima me perdí la peli y no había manera de rebobinar aquello, así que estuve el resto del tiempo fastidiado, parpadeando mucho y bostezando, tratando de enterarme de qué pasaba. Y me gustó, conste. Pero joder, que me dormí y no lo disfruté casi nada.

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