viernes, 13 de enero de 2012

Punto de lectura (de las que tengo atravesadas)


He tenido este blog parado desde el 2 de prosince pasado, y me acabo de sentar ahora mismo, recién aterrizado con las bolsas de Carrefour y puesto de nuevo el pijama de entretiempo, con la idea de retomarlo, y seguir dejando constancia, como un dietista idiota, de cada una de las degluciones y deposiciones que han tenido lugar desde entonces. La verdad es que el mes de diciembre ha sido bastante atribulado y extremo, y he pasado dos de cada tres días con resaca. Como mucha gente, creo yo. Jornada tras jornada, levantándome con la casa completamente a oscuras a mediodía, la cabeza pastosa y las neuronas apenas funcionando, y no he estado para exponerme a demasiados estímulos. Creo recordar que en todo el mes de diciembre solo vi una película entera: "Monstruos, S.A.", que repusieron en Telecinco en Navidad (una obra maestra dentro en sentido religioso, casi). He seguido las tres o cuatro series de siempre, e intentado leer mucho, sin demasiado éxito. Me han regalado un tablet, que después de algunas semanas tengo que admitir que tiene poca más funcionalidad que un Mi Ordenador Hablador de Fisher-Price, y que se cuelga más que Jim Carroll en su despedida de soltero. Pero estoy muy contento, y a pesar de todo tarda solo unos diez segundos en pasar de página, la pantalla brilla y puedo leer a cualquier hora en la insondable oscuridad de mi apartamento. Lo manejo ya con la diligencia de un pianista, y en definitiva, que devoro papeles virtuales a toda puta hostia. De momento (aunque sé que no es definitivo) me está ayudando a controlar un poco mis impulsos consumistas, y en las últimas semanas no me habré comprado más de tres o cuatro libros, con criterio. No va a sustituir la lectura clásica, pero me parece el complemento ideal para el pobretón ocioso, así como para ir dando enmienda intelectual a los cientos de miles de archivos que acumulo desde hace una década, que de otra manera nunca leería.

No sé a qué venía este post. Ah, sí. Quería dejar constancia de tres libros que tengo a medio terminar, con sus correspondientes puntos de lectura de burdeles encontrados en parabrisas, que me he propuesto terminar de aquí a unas semanas, a más tardar, o si no los echo a la chimenea:

- "La broma infinita" de Foster-Wallace, me está tocando los cojones un poco, ya que salió en noviembre la versión de bolsillo (cabe en el bolsillo del pantalón trasero de la madre de Gilbert Grape), y después de cuatro intentos sacando la lápida de la biblioteca, y avanzada un par de centenas de páginas, me ha acompañado en versión compacta durante unos cuantos días, y he vuelto a recomenzar una vez más de nuevo. Voy apenas por la página 142. Me resulta la lectura al tiempo fascinante e insufrible.
- "La tienda" de Stephen King la tengo en stand-by desde hace varios meses, durante un viaje idílico que hice a Monfragüe. Lo cerré terminada la primera parte (página 456, me indica una formidable, menudita y sonriente asiática en blanco y negro que —ni de coña— trabaja dos portales más allá del mío). La prosa de Stephen King es abrumadora, detallista, envolvente y deliciosa. Pero estas 500 primeras páginas, pese a que transcurren, emocionan y enganchan, me están sabiendo a poco. Aún así la quiero terminar, que sería el tercer mamotreto de King que me hace tirar la toalla, y no es plan, que el tipo se curra con un esmero endiablado.
- "Los detectives salvajes" del jodido Bolaño es una de mis primeras lecturas con la tableta, y me sorprendió que al darle el botón de apagado y plasmar el bookmark, llevara 183 páginas leídas, a toda leche (de las setecientas y la madre que tiene). Me asusta un poco que la lectura me resulta tan cómoda y tan ágil (no por Bolaño, que también, que lo da todo muy mascadito, sino por la comodidad del lector futurista éste), no sea que abandone un poco todo el papel pendiente que me rodea. La novela en sí, está bonita, aunque los exóticos tejemanejes de la pandilla de sensibles y poetas comeflores, sus iniciaciones sexuales y sus estupendas tertulias secretas me importan bastante poco. Me hiede un poco esto a manifiesto generacional, a novela de cabecera de esta gentuza tan bien preparada de nuestra post-literatura y me carga un poco, no sé si me explico. Aunque la culpa no es de Bolaño, y quiero seguir intentándolo. Página 180, más o menos, recalco.

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