miércoles, 18 de abril de 2012

LaZarillo (Lázaro González Pérez de Torres, 2010)


No recuerdo cómo cayó en mis manos esta novelita, escrita a finales de 2009, que narra a su vez cómo el celador de un hospital madrileño, a finales de 2009, asiste a unos extraños sucesos al tiempo que lee un manuscrito de puño y letra de Lázaro González, escrito en el siglo XVI, sin recordar cómo cayó en sus manos. El manuscrito, que conforma el grueso de la obra, nos cuenta la verdadera historia del “Lazarillo de Tormes”, el joven truhán que malvivió al lado de sucesivos amos e hideputas conformando un manual de la picaresca literaria española; en realidad, ahora sabemos que la historia de Lázaro y su patética leyenda fue inventada por un vampiro, Juan Dámaso, hermano de una herosa joven también vampira, para vengarse, por culpar a aquel de la muerte de ésta. La verdadera historia del Lazarillo acontece durante una extraña plaga que convierte a los muertos en vivos, y a algunos vivos en cachos de carne ávidos de sangre y vísceras. Son correctos algunos episodios de la novela (oficialmente) anónima, como por ejemplo el de las uvas y el ciego; pero lo que no sabíamos fue que el ciego falleció devorado por una jauría de zombis desesperados, ante el altar de la iglesia de Maqueda; o que el segundo amo del joven, el clérigo, era en realidad un niñófilo que atraía a niños sin hogar hasta el sótano de su casa, para allí mancillarles y dárselos de comer a su ejército de ratas zombi. Sabemos ahora también que Lázaro trabó amistad con un pequeño grupo de profanadores de tumbas y cazadores de no-muertos, con sede en un prostíbulo castellano. Un puñado de putas, malhechores, vagabundos, brujas y vampiros que, unidos en una cruzada por cementerios y castillos y ocultos de la vista de la Inquisición y la justicia, desfacieron una conspiración zombi que pasó a la historia como una peste llegada del Nuevo Mundo. Es ésta la primera novela de pastiche pulp post-11S (al estilo de las famosas “Orgullo y prejuicio y zombis”, “Sentido y sensibilidad y monstruos marinos” o “XXXXX”) y empecé asustado, sin saber qué me iba a encontrar, pero la prosa ligera y el ritmo ágil me han hecho devorarla de una sentada, y doy mi visto bueno. Una tontería simpática, nada ambiciosa, digna heredera de la literatura popular de kiosko, adaptada a los tiempos que corren.

No hay comentarios:

Publicar un comentario