domingo, 9 de diciembre de 2012

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Madrid, con perdón (v.v.a.a., 2012)

Dentro de un sello subsidiario de Mondadori se acaba de publicar, por todo lo alto, esta colección de textos sobre la ciudad de Madrid, coordinada por Mercedes Cebrián. Como esclavo de esta ciudad a la que amo y al mismo tiempo desprecio, y que conozco bien porque no me queda más remedio, me apetecía mucho leerlo. Sobre todo, animado por el plantel de colaboradores, plumas a la que me gusta leer como Jordi Costa, Grace Morales o Bob Pop, y que no se suelen prodigar en el relato, y otros a los que conozco en persona y a cuyos textos tenía curiosidad por acercarme. Y varios autores que me eran desconocidos, y que me han sorprendido, la mayoría, para bien. Pero en conjunto, el volumen es bastante desconcertante. Para empezar, porque la única premisa del libro es Madrid. "Venga, hazme algo sobre Madrid y sacamos un libro conjunto". Y así, hay quien ha hecho un cuentito, quien se ha ceñido al ensayo y quien rebaña una mierda pinchada en un palo totalmente intercambiable en cualquier otro compendio, que entra aquí con calzador porque se menciona la calle Argumosa o la Gran Vía. Un totum revolutum un poco incoherente y que tiene pinta de apresurado, en mi opinión. Además, la excusa que plantea el editorial es que "Este libro responde a la necesidad, urgente, de elaborar una cartografía literaria sobre el Madrid contemporáneo". Casi todos los autores nacieron fuera de Madrid (lo cual no quiere decir nada y está muy bien, pero es que un par pareciera que en sus presuntas visitas no ha salido de la estación del Mediodía ni para fumar), y alguno que otro incluso se ha ceñido a la premisa; pero el noventa por ciento es reflexión nostálgica, recuerdos ficcionados y crítica/crónica atemporal.

Pero, como sea, casi todos los textos me han gustado y lo leí en dos sentadas, la misma tarde/noche que me lo pillé en La Central, que por cierto me tiene entusiasmado, pasearse uno por ese palacete reformado a sus anchas, curioseando entre tanto libro singular importado, especialmente cuando no hay nadie. El texto de Jordi es una curiosa historieta modernista y televisiva, muy bien. Grace, en su labor de cronista de la Villa, es un placer (aunque su novela no me dijo nada, ya hice post), y aquí en formato dilatad hace un poco lo mismo, es como un annual de sus extraordinarias Creaciones Madrid ambientado en el Centro-Sur de la capital. El texto de Jimina Sabadú también me gustó mucho, contenido para lo visceral que suele ponerse a veces, y además se centra en un contexto que me es muy cercano. Igual que el texto que cierra el compendio, de Fernando San Basilio, una oda al Centro Comercial Madrid-2 La Vaguada donde yo también crecí, obsesionado con la idea de vivir allí dentro sin salir, ya que era, que yo sepa, el primer mall que tuvimos en España y de crío me fascinaba el concepto. Fantástico el primero, lo de Juan Sebastián Cárdenas, que con mucho gusto y prosa alegre abunda en la casuística y la chismología contemporánea que ni Luis Carandell. Correctos y adecuados son los cuentitos de Mercedes Cebrián, Óscar Esquivias, Elvira Navarro o Carlos Pardo, éste con una visión sobre estudiar de rebote y fuera de tiesto en La Moraleja, con la que también me identifico mucho. Lo de Bob Pop desatado no me gustó nada, la verdad. Hay otro texto ("Los ojos") que no sé en qué idioma está escrito, y lo que ha hecho el Fresycoolo me parece de juzgado de guardia. Por el amor de dios, por el bien de la Cultura, que sus colegas dejen de publicar a este niño hasta que le salgan pelos en los huevos, que cuando sea mayor y mire hacia atrás va a ser jodido. Me enciende el entorno fresycoolo y lo que representa que publique en todas partes. Si llego a saber cómo se llama de verdad y lo leo en la portada de esto, igual no me lo pillo.

2000 Maníacos #43: Especial Fu-Manchú

Si el anterior número de esta decana cabecera me pareció una joya, repleta de descubrimientos y artículos verdaderamente exóticos y brillantes (como dice una de las cartas a Pitusa, acordándose de la escena de "Arrebato" con los cromos del safari), este reciente nº 43 me ha decepcionado un poco. En primer lugar, porque nunca me ha gustado mucho Fu-Manchú, me da bastante igual el personaje (prefiero a los malos de Shang-Chi o a Gao Ping), y casi todas las páginas se centran en su vida y milagros. El artículo de Jesús Palacios es como siempre resolutivo, y lo mejor las recomendaciones literarias de antecedentes del de Rohmer, que se reomontan a finales del XIX, qué tío más culto. El resto de artículos ahondan en lo mismo (bueno, al Abuelito siempre es un placer leerle, y la recopilación de tebeos españoles vs. chinos hioputas mola), y vale, en diez minutos los despaché. Como siempre, un diez al diseño. Pero es que esta vez, los artículos se acaban en un pispás, y todo el resto del fanzine, más de las dos terceras partes, son reseñas de películas. Y como a priori no me vuelve loco el asunto, pues no sé... Eso sí, para el aficionado al mad doctol, es imprescindible, y tan divertido y hermoso como siempre. Y el comité de sabios no deja de crecer, qué gusto. Habrá que esperar al próximo Festival de Donosti a ver si me devuelve la ilusión. O a lo mejor organizo yo un festival en mi casa este verano para subvencionar un nuevo Mañacos.

martes, 4 de diciembre de 2012

Obituario

Entre lo de la luz y mil cosas, estoy planteándome en serio por primera vez en este siglo mudarme de casa. De hecho he visto un piso que me cuadra, que es la polla, y me estoy poniendo muy nervioso, y esta tarde en un arrebato me he ido a vender cosas y a separar muchas otras para tirar. He ido a una tienda de Moncloa y he vendido unos 90 ó 100 discos de vinilo por 35 euros. Me he arrepentido un poco, porque es una miseria... Pero en realidad la mayoría, la mitad por lo menos, estaban en muy mal estado, el canto de los álbumes estaba muy rayado porque durante una temporada los tuve, sin darme cuenta, al alcance de las terroríficas fauces de mis gatos, así que bien pensado no está tan mal, porque no habría ni veinte, como mucho, con los que me haya parado a pensarlo dos veces antes de deshacerme de ellos. Así que me sale a algo más de napo y medio por disco. Que a ver, no pensaba hacer negocio ni mucho menos, solo soltar lastre, pero una vez que me autoconvenzo, hago la criba y me voy para allá con dos bolsones, cuando te dicen que te pagan menos de lo que me gasté ayer, por ejemplo, en comer, cenar y unas cañas... Pero es que el valor sentimental no lo pagan. Me he quedado con unos pocos que me gustan de verdad, claro; y con los de Zappa y con algunos de portadas estupendas, o de vinilo de color, maxis antiguos...; muy pocos, ni treinta. No tenía muchos vinilos. Unos cuantos, buenos, se los regalé al del bar de Guada en otro arrebato, y otros están en otra casa. Pero en realidad nunca tuve nada demasiado interesante, yo fui de la cinta, como Jacinta, y del casette como Josete. Sin embargo, alguno de los que he llevado a vender por esa miseria eran de alguna manera parte de mí. Sé que había discos que valían algo, que les sacará partido tarde o temprano, seguro, compilaciones de estrellones de la música de todas las épocas... pero a mí me la sudaban. Yo a los que quiero rendir tributo y dejar aquí debajo ordenaditos, y por distintos motivos, es a los siguientes; no necesariamente porque me gusten, porque me digan algo musicalmente (casi nunca), sino por los recuerdos que me evocan. Como objetos de poder, como pedacitos de arte cuadriculado que he manipulado una y otra vez, que recuerdo dónde y cómo los adquirí, y que seguro que aquí en modo caratulita conforman una especie de caleidoscopio de esos recuerdos musicales que he quemado esta tarde sin pensármelo dos veces. Quede esto como un mosaico, un recuerdo al estilo de la manta cosida a mano que pasa de generación en generación entre la rama femenina de la familia Simpson:

lunes, 3 de diciembre de 2012

Hilo musical (Miqui Otero, 2011)

Blackie Books acaba de publicar una novela "interactiva" para adultos, escrita por Miqui Otero, que rinde tributo a los libros de Elige tu propia aventura, es decir: con varios finales posibles en función de tus decisiones como lector, desarrollo guadianesco, protagonista en segunda persona. Y tiene muy buena pinta, me parece una idea muy guay. El libro trae hasta un mapa desplegable en el centro (como los de la colección Resuelve el misterio). Tengo ganas de leerlo, pero soy pobretón y solo me compro una novedad al mes o menos. Fui a hacer una desiderata en mi biblioteca; y mientras llega me saqué la anterior novela de Otero, publicada por Alpha Decay.

A Otero no le conocía de nada. Al principio le confundí con el tal P. Otero, ex-Furalita, el del Kastillo de Las Lágrimas, ese que escribía hace mucho en Mondo Brutto y que ahora vende los primeros MB en Todocolección, firmados y encuadernados en piel de castor; pero no. Miqui resulta que proviene del periodismo musical. Y su primera novela, "Hilo musical", es bastante entretenida. Va sobre un treintañero indolente y desnortado, que después de una noche de farra, nadie sabe cómo ha sido, despierta como empleado de un parque temático de fantasía en el que los empleados son explotados, a cambio de una miseria, disfrazados de personajes suecados de la Disney. Durante su poco tiempo libre dentro de ese parque en el que curra y vive, el viejoven protagonista y sus nuevos colegas se dedican a mamarse, a conspirar, a conquistar a la única que selafo y a hablar de música. La novela es en cierto modo un contenedor de referencias culturales, una coartada que el autor utiliza para rajar sobre curiosidades musicales, leyendas urbanas y popadas que le apetece compartir, y en algunos pasajes adolece de eso, de que la historia de ese tío ahí en el parque temático es irrelevante, te la suda, no avanza. Pero la subtrama romántica, la idiosincrasia del escenario y los personajes (la cosa a veces recuerda a El prisionero y por supuesto a "Westworld, almas de metal" —y a Rascaypiquilandia—) y en general el estilo de Otero, que no me disgusta, hacen de esta una novela curiosa. A mí me ha servido desde luego para decidirme y apetecerme "La cápsula del tiempo".

Todas putas (Hernán Migoya, 2003)

Una vez estuve comiendo al lado del agitador calvo Hernán Migoya, tras un evento comiquero. Estuvimos charlando bastante y me pareció un tío muy majo y muy atento conmigo, yo, el acoplado ajeno al gremio al que no hablaba nadie. Algún tiempo después vino a mi bar por casualidad, y no se acordaba en absoluto de mí :( Como sea, este libro me lo compré al peso, en un mercadillo solidario que organizó durante un fin de semana (en la “oficina central” que se han montado los de Somos Malasaña) una ONG que NPI. Lo leí en mis vacaciones, y tengo que decir que esta primera incursión del incansable Migoya en la ficción clásica (no ilustrada) me dejó bastante frío. Es una antología de relatos así kamikazes, literatura breve aproximadamente erótica, enfundada en ese título que recuerdo que provocó muchísimos ardores y encendidas arengas rollo "que le corten la cabeza" entre la necia caterva del tertulianismo televisivo políticamente correcto (que obviamente no lo había leído; esa gentuza repulsiva que no ha leído nada jamás desde el código de circulación pero que opina de todo cobrando mucho), y espero que le fuese muy bien a Hernán con las ventas gracias a la polémica. Pero el contenido, para mi gusto, es bastante flojo. Recuerdo que sí me agradó el cuento que aborda la surreal relación amorosa entre una pareja de siameses isquiópagos de ambos sexos, que al cabo de un tiempo se cansan de tanto sobeteo y tanta cursilada sin penetración, y ella decide buscarse un amante que la penetre una y otra vez ante el estupor y los celos de su hermano. Este es mi favorito. Otras de las historias van sobre chicas muy golfas, tipos que frecuentan lupanares o festivales de cine porno, niñas con picores, hetairas, sensatos violadores reincidentes, terroristas y cosas así incorrectas, pero nada del otro mundo, y de una prosa bastante endeble. Pero buscaré más cosas de Migoya, claro que sí, ahora que se quiere dedicar exclusivamente a la ficción y labrarse una carrera ahí, yo quiero verlo.

Nueva cultura del Apocalipsis (Adam Parfrey, ed., 2012)

Hace más o menos un mes que me hice con este extraordinario compendio de literatura extrema y marginal, el segundo menjurje de ensayos (de Parfrey, allegados de su editora Feral House o de cualquier zumbado que se ha cruzado en su carrera), reproducciones de panfletos extremistas, cartas encontradas, entrevistas a infraseres, santorales, semblanzas, sucesos, extractos y hagiografías. Salpicado de cromos, fotos, pinturas y referencias, el conjunto es un manual de textos enfermos tan imprescindible como la primera parte. Aquélla se convirtió en mi libro de cabecera durante mucho tiempo, una obra fundamental que me ha inspirado mucho y que siempre me sorprende con cada relectura. Esta segunda parte es igual de jugosa, y contiene más material, ya que abundan los textos muy breves entre las habituales tesis en profundidad. No tengo ahora el libro delante, pero aquí (y probablemente solo aquí) se pueden leer textos de encendidos defensores del canibalismo, el asesinato serial, la pedofilia, el Holocausto, la necrofilia, el onanismo extravagante, el Segundo Advenimiento (y también su reproducción ficticia mediante láseres en el cielo), la Fin del Mundo, el Satanismo, las mentiras de la Biblia, Hollywood, el FBI, la tele, y en definitiva numerosas e interesantes teorías amorales, impopulares y marcianas que se cocieron en las mentes de americanos excéntricos.

La primera parte de "Apocalypse culture" se publicó en EEUU en 1988, y hubo que esperar hasta 2002 para que la editorial Valdemar, cuál si no, se ocupara de traducirla y ofrecérnosla a sus fans inquietos. En 1995 Parfrey publicó "Cult rapture", recuperando el espíritu de aquella, pero tengo entendido que limitándose a material propio, sin las jugosas aportaciones de yanquis fanáticos, chifladitos o conspiranoicos. Finalmente, en 2000 salió a la venta en Feral House "Apocalypse culture II" (es decir, antes de que Valdemar editara en castellano la primera entrega ), y ha habido que esperar 12 años para tenerla en las manos. "Cult rapture" permanece inédito en nuestro idioma (aunque está bastante barato en Amazon).

Nada más hacerme con el volumen, en cuanto estuvo a la venta, devoré facilmente dos terceras partes de sus casi setecientas páginas, y después lo mantuve en barbecho. Recientemente me fui de viaje unos días, de vacaciones a un lugar recóndito y solitario en séptima línea de playa. Allí leí otras muchas cosas, que supongo que comentaré por aquí, y finalmente retomé la lectura de este "Apocalypse culture II" a la vuelta de vacaciones, durante un largo e incomodísimo viaje en autobús interurbano, de madrugada. Cuando llegué a mi casa, me encontré que, por una negligencia de un par de hijos de la grandísima puta, me habían dado de baja de la compañía eléctrica, y de hecho un inspector de la compañía se había llevado mi contador de la luz, arrancándolo de cuajo. Llevo cinco días sin luz ni calefacción en casa. Con la sensación de estar habitando una celda de castigo. Por un delito que no cometí. Con el consiguiente desembolso en llamadas y llamadas a distintos personajes del cono sur hasta tratar de localizar a la persona responsable de restaurar mi derecho a una vivienda digna, esa persona que se me aparece en sueños a todas horas, que parece ser la única que puede evitar que caiga fulminado por una neumonía en cualquier momento. Todo intento, por supuesto, es inútil. Se derivan las responsabilidades de un sitio a otro, toda indagación es frustrante, y no sé cómo voy a salir de ésta. En algún momento de esta pesadilla, estuve terminando de leer "Nueva cultura del Apocalipsis" atrincherado en mi cama, agazapado dentro del edredón nórdico armado con una linterna de 7 leds comprada en los chinos, en absoluto silencio, escuchando los jadeos de una pareja de vecinos muy agradables que fornicaban al otro lado de la pared, y que a lo mejor fornican todas las noches a esas horas, pero yo o estoy por ahí o tengo la música puesta y nunca les había escuchado. Este surtido de textos curiosos, crispantes, desasosegantes, putrefactos, y las sesiones dantescas durante las que estuve dando buena cuenta de ellos, van a hacer que me cueste olvidar las enseñanzas de "Apocalypse culture II". Un muestrario de atrocidades que aprovecho para recomendar. Y aprovecho también, una vez más, para cagarme en dios, en la virgen, en todos los santos, en el buey y la mula, en el Papa Palpatine XVI, en los cinco Reyes Magos (Melchor, Gaspar, Baltasar, Toro Sentado III y Kylieminogue el aborígen; los de América y Oceanía no salen en la Biblia porque aún no se habían descubierto), en Matusalén, en el Rey de España y Gibraltar, en la Ley, en la puta escoria analfabeta de mi vecina del bajo C que en paz descanse lo antes posible, en Iberdrola, en Endesa, en Electrohidráulicas del Cantábrico S.L., en José María Aznar, en Ana Rosa Quintana, en sus respectivos parientes, en sus hijos, en sus nietos y todo el resto de su estirpe hasta el Fin de los Tiempos, que espero que sea pronto. Y como el día de mañana sea más o menos como el de hoy, y no se solucione pronto este sinvivir, esta cárcel oscura y gélida en que han convertido el hogar que llevo pagando 11 años religiosamente, alguien va a empezar a pagar las consecuencias. Que estoy muy loco.