lunes, 13 de enero de 2014

domingo, 5 de enero de 2014

Jim Of Seattle - We are all famous (2013)

Otro disco del año que se acaba de ir, que me he puesto mucho y que me tiene fascinado. Llegué a Jim Of Seattle hace tiempo, a través de su Welcome to Windows, un insólito y hermoso dúo al piano compuesto alrededor de la melodía de cuando se abre el Windows. Pronto descubrí que tenía este disco publicado, extraño y sorprendente en todos sus cortes, complejo, sobreproducido y compuesto e interpretado casi en solitario. Como un Brian Wilson o un Frank Zappa inquieto contemporáneo, el disco es una colección de sonidos y géneros inclasificable, en los que predomina el pop dulzón y feliz. Coros angelicales, voces infantiles (Twinkle Twinkle little star, The Martians are going to eat us), una juguetona versión de Rancid (Black lung), efectos sonoros atmosféricos, la citada sinfonía viral 2.0, voces animales o suites de pop instrumental anclado en el Renacimiento (Cloud-cuckoo land). Entre They Might Be Giants, Bonzo Dog Band, Burt Bacharach, Danny Elfman o The Residents. El underground de Seattle del siglo XXI se encuentra en las antípodas del grunge. Una maravilla.

sábado, 4 de enero de 2014

Dawn of MIDI - Dysnomia (2013)

Ya en la prórroga de 2013 he descubierto, en alguna lista no oficial de lo mejor del año, a esta banda y este disco tan sorprendentes: se trata de un trio de jazz clásico (contrabajo, piano y percusión) que ejecutan música de baile experimental, que en una escucha despistada podría pasar por un set electrónico. Sin llegar al cachondeo house-megamix de los divertidos Trance Untes madrileños (otro proyecto consistente en dar gato analógico por liebre electrónica, que recomiendo con fuerza), sino manteniéndose en una sofisticada y comedida línea de ambient o chill-out ligero, este disco es una hora de absorbente jazz futurista, escrupuloso y mesmerizante que pasa volando.

Carrie (Kimberly Peirce, 2013)

Hace años que se venía hablando de una nueva versión de "Carrie", la primera novela (publicada) de Stephen King, que sería mucho más fiel al texto que la, por otra parte, maravillosa epopeya giallo-americana de Brian DePalma. Con una Carrie White gorda y fea y con todos los elementos periodísticos y epistolares que conducían y sofisticaban la historia original. No había ninguna necesidad de suecar prácticamente plano a plano la versión setentera, adaptándola a las nuevas tecnologías en materia de efectos especiales. Pero ya que se ha hecho, al menos no ha sido tan horrible como me temía, y esta nueva adaptación se deja ver. Viene a ser como Coldplay tocando una de Goblin en un escenario lleno de parafernalia, y con un final algo más elaborado. Julianne Moore está tremenda y la historia es tan extraordinaria, tan poderosa, que era difícil cagarla. Eso sí, Chloë Grace Moretz a mí no me dice ni me pone nada.

Don Jon (Joseph Gordon-Levitt, 2013)

Joseph Gordon-Levitt, el niño con greñas de Cosas de marcianos, que se niega a pasarse el resto de su vida en el limbo rancio en el que habitan Zach Morris, el padre de Alf y Urkel, se ha debido buscar un buen agente que le da muchos papeles ultimamente, y de paso tuvo el capricho de jugar a director de cine. Una mañana, tras un sueño húmedo, decidió que molaría tocarle las tetas a Scarlett Johansson y meterle la lengua, que ojalá le llamaran para protagonizar una peli con ella; pero como esto no sucedía, se fue al retrete y en veinte minutos escribió esta historia. Resulta absolutamente increíble que actores de la talla de la Johansson o Julianne Moore aceptaran seguirle el rollo. Y como broma privada llamó también a Tony Danza para que hiciera un papel de vergüenza ajena. Joseph, así, hizo realidad ese sueño que hemos tenido todos alguna vez entre las sábanas de montárnoslo con Scarlett Johansson y luego ya si eso con Julianne Moore.

La película tiene un argumento tan pueril, tan patético, abyecto y bakala que parece mentira. Pero todo va completamente en serio, es una historia muy seria y muy profunda, y que intenta incluso emular a algunas de las películas favoritas de Joseph, como "Snatch: cerdos y diamantes", "American psycho" o "La sirenita": Joseph es un joven superguapo y superfrívolo que cada noche se trinca a un pibón distinto en la disco, todas por encima del 8 en la escala Cani, pero nunca un 10. Un día ve a la Johansson, una cani, y va a por ella pero le cuesta un poquito más que las demás (porque está más buena) y encima no se deja follar hasta conocer a sus respectivas familias. Luego sí, follan como conejos (sin enseñar nada) hasta que le pilla viendo porno en internet. Él entonces queda destrozado y se dedica a matarse a pajas 24/7, hasta que una señora que le daba la brasa en clase, Julianne Moore, consigue llamar su atención y convencerle de que el amor existe, que está por encima del aspecto físico, y que hacerse muchas pajas es malo para el cáncer de codo. Podéis ir en paz.

Escape from tomorrow (Randy Moore, 2013)

Sorprendentemente esta pequeña película me tuvo expectante y muy concentrado, para acabar y desazonado y con la sensación de haber perdido el tiempo. Cuando estaba en postproducción corrió la voz de que se había rodado una película dentro de Disneylandia, de forma pirata, sin ningún tipo de permiso ni aprobación por parte del gigantesco emporio del entretenimiento. Por supuesto, se rumoreaba que Disney haría todo lo posible por evitar su estreno. Al final la cosa se llevó a cabo, y en algún sitio se habrá estrenado, supongo, antes de llegar al P2P. Mi interés por una película de género rodada de esa manera era enorme, y las expectativas toparon con hueso, porque "Escape from tomorrow" no hay por dónde cogerla. Tiene toda la pinta de que la elección del blanco y negro se hizo por unificar el guirigai de escenas grabadas con todo tipo de técnicas y cámaras y, aprovechando la coartada artística, para que no se noten los cromas (porque algunas escenas se nota muchísimo que se rodaron en estudio y se montaron sobre imágenes inocuas grabadas en plan turista por el Parque) ni que el cutrerío reina en bastantes, demasiados momentos. Por supuesto, también hay muchas escenas que no se grabaron en Rascapiquilandia; qué decepción. Y también da la sensación de que la única premisa del proyecto consistía en "¿y si grabamos una peli ilegalmente en Disneylandia sin que se den cuenta?", y cayeron demasiado tarde en la cuenta de que hacía falta un guión o al menos un argumento. Ni escaleta tiene esto, ni nada interesante. La primera mitad de la película nos presenta a un tipo al que han despedido justo la mañana de su último día de vacaciones en Disneyland, con su esposa y sus hijos pequeños. Durante ese día pasea mucho, muchísimo, por todas las atracciones, entre docenas de extras involuntarios e inocentes visitantes. La transgresión del rodaje a traición tiene gracia al principio, pero desespera tras tres cuartos de hora, porque no sucede nada salvo que el protagonista persigue a una pareja de adolescentes francesas que están muy buenas, y tiene un par de alucinaciones. La segunda parte, cuando empiezan a intercalar en la sala de montaje las escenas rodadas en estudio (probablemente, ya después de haber elaborado cierto guión en el que encajasen las horas de rodaje en el Parque), empiezan a contarnos cosas sobre una gripe felina, una loca obsesionada con las princesas Disney y una mafia de prostitución que paga millonadas por montárselo con éstas. También hay un mad doctor, operarios corporativos de la Disney con mala pinta y un tío feo en silla de ruedas. Alguna escena tiene bastante fuerza icónica, como la fantasía de destrucción de la cúpula y el subtexto de cagarse en Siemens y en Disney (y las tetas sin exigencia del guión), pero todo resulta bastante idiota, incongruente y aburrido.