miércoles, 27 de noviembre de 2013

"Los Modlin" (Paco Gómez, 2013)

El libro de "Los Modlin" se ha convertido en uno de mis objetos favoritos, y en la mejor lectura de lo que va de año. Estoy entusiasmado, fascinado con esta historia.

Reconozco que nunca había oído hablar de Los Modlin hasta que se les dedicó el reportaje en Cuarto Milenio, hace tres semanas, creo. Estaba algo febril, así que ni siquiera le hice mucho caso a la tele, salvo que se hablaba de algo que había sucedido en Malasaña (mi barrio, donde vivo, trabajo y de donde practicamente no salgo) en torno a una familia de guiris extravagantes ya fallecidos. Fue durante los días siguientes cuando estuve buscando más información, viendo videos, empapándome un poco de esta historia tan asombrosa y difícil de creer. Y, supongo que como muchos otros, descubrí en internet que el autor de la investigación acerca de Los Modlin estaba a punto de publicar un libro, a través de un crowdfunding de éxito ya finalizado. Empecé a seguir todo lo relacionado con Los Modlin, y recuerdo que en cuanto anunciaron que había algunas copias del libro en un par de librerías del barrio, me vestí y salí corriendo a la calle a por mi copia. Había caído totalmente bajo el influjo de esta historia. Y además el libro es muy bonito, un objeto precioso, como digo. Esta historia tiene mucho que ver con la fotografía, y está escrita por un fotógrafo profesional; el libro está lleno de fotos, y no esperaba mucho del texto. Y debo decir que la prosa de Gómez me ha sorprendido mucho y ha superado gratamente mis ya inmensas expectativas. Una maravilla.

Lo que pasó con Los Modlin es de no creérselo. Hace 10 años, a Paco Gómez (insisto, fotógrafo profesional y gran aficionado a las fotos y videos encontrados) le avisó un amigo de que alguien acababa de tirar a la basura una ingente cantidad de material gráfico y documental, en plena calle, delante del número 3 de la calle del Pez. Prácticamente enfrente del Palentino, y justo enfrente de la Casa de León. Entre todo ese material que se llevó a casa, había una gran cantidad de fotografías extrañas, en las que aparecían principalmente un matrimonio y su hijo adolescente, y generalmente en posturas muy extrañas, semidesnudos, en un salón de suelo ajedrezado. En ese momento comenzó la investigación de Paco, que pretendía convertirse en un documental y que ha durado prácticamente 10 años. El documental terminó siendo un cortometraje del que se apropió Sergio Oskman, y el trabajo de Gómez finalmente ha visto la luz de esta manera. Narrada en capítulos breves y repleta de imágenes (algunas del propio autor, volviendo al lugar de los hechos y reinterpretando el universo Modlin), el curso de la investigación, tan exhaustiva y obsesiva, es absolutamente absorbente, fascinante y maravilloso. Entrevistando poco a poco a todo el que pudiera tener cualquier relación, por mínima que fuera, con cada uno de los miembros de la familia, Gómez va avanzando en una trama asombrosa, y el desenlace es extraño y deslumbrante. Estamos ante tres personas interesantísimas. Margarent Modlin, la madre, se sabe la mejor pintora surrealista del mundo, aunque nadie le compra un cuadro; su marido, Elmer, mantiene a la familia (a la espera de que Margaret les haga ricos con su talento) a base de participar como actor secundario en películas tan diversas como "La semilla del Diablo", "Zorrita Martínez", Curro Jiménez o Embrujada; y el joven Nelson, casi huyendo de su familia, montó un emporio del doblaje y el sonido para cine, y su voz suena en aeropuertos y todo tipo de productos de audio. Los Modlin fueron amigos íntimos, más o menos, de mi adorado Henry Miller; se les puede relacionar con Dalí, con Franco, con sectas satánicas, con Li'l Abner, con la bomba de Nagasaki o con la mítica presentadora de telediarios Olga Barrio. Y todo lo que rodea a su vida, todo aquello con lo que se va encontrando Gómez, parece sacado de una película. En ocasiones la lectura sobrecoge, en otras emociona, y a ratos asusta todo lo que salió de aquel cubo de basura poco después de que falleciera el último de Los Modlin malasañeros.

"Los Modlin" entusiasma como quintaesencia de la biografía de una troupe de (más o menos) fracasados y freaks extravagantes y olvidados; entusiasma el talento extraño, misterioso, simbolista y surreal de Margaret en sus gigantescos cuadros y en sus fotos; y apasiona el cariño que el autor ha puesto en este proyecto catedralicio. Y personalmente necesitaba conocer a fondo y poseer esta historia como un fenómeno que tuvo lugar en mi pueblo, a un minuto de mi casa. Una gozada.

"A la cara" (Christa Faust, 2010)

La colección EsPop/Valdemar nació en 2010, con la idea de convertirse en el Hard Case Crime español, una fuente de pulp contemporáneo con portadas guays llenas de vintage pin-ups. De EsPop también he leído "Los trapos sucios" (lo saqué de la biblioteca y me dejó un poco frío), que practicamente mantiene la editorial a flote, y la biografía de Charles Schulz, que tengo entendido que fue un estrepitoso fracaso comercial. Pero en cuanto a la línea de pulp publicada a medias con Valdemar que nos ocupa, "A la cara" es lo primero que leo. Escrita por una ex bailarina erótica y protagonizada por una pope del cine porno de Los Angeles, la novela es puro hardboiled clásico ambientado en la era de internet y los teléfonos móviles. Repleto de referencias y curiosidades del mundo del porno, y de secuestros, tiroteos, tipos desagradables e hijos de perra. En ocasiones la historia parece que va a amilanarse y edulcorarse, y sin embargo no suelta el pedal del acelerador en cuanto a lo de profundizar en la crueldad y la sangre se refiere. La protagonista recuerda bastante a La Novia de "Kill Bill" y la historia pronto se convierte en una venganza salvaje a través de chalets, rodajes triple X y burdeles. Bastante bien. Me la leí practicamente entera en un buffet libre al que fui sin prisa a echar unas horas dos días seguidos.

"El sótano del miedo" (Wes Craven, 1991)

El otro dia revisé "The people under the stairs", la primera cinta de Wes Craven recién entrados los noventa, y me gustó mucho. La recordaba mucho más terrorífica, con esos seres terribles y leprosos del sótano que me daban mucho miedo y todos esos rednecks armados e impredecibles. Y no recordaba la trama de los deshaucios a los negratas, que es el detonador de que el niño protagonista se meta en la casa de los horrores. La película es muy entretenida, pero bastante ñoña y con unos toques de humor negro muy simpáticos. Aquí de terror profundo, poco.

martes, 19 de noviembre de 2013

Mark Feldman, Uri Caine, Greg Cohen, Joey Baron - Secrets (2009)

Había pasado por alto este disco en la carrera del violinista Mark Feldman, uno de mis mayores ídolos, acompañado de algunos de los habituales consortes de John Zorn (nada menos que tres de los mejores pianista, contrabajista y baterista del jazz contemporáneo), pero emancipado del influjo de las partituras del monstruo neoyorkino. Aunque no abandonan la improvisación ni el cancionero hebreo, porque "Secrets" es una colección de niggunim, que son recitales vocales religiosos judios, aquí despojados de voces, convertidos en fraseos del violín. Tampoco se emancipan de la improvisación habitual en los lanzamientos de la vertiente Radical Jewish Culture de Tzadik, y en ocasiones (como en Kel Adon o Z'chor Hashem) asistimos a verdaderas explosiones de caos y atonalidad que siempre regresan al cauce de esta bellísima emulsión de klezmer melódico y pop que supone cada nueva entrega de estos genios contemporáneos. Echo de menos a Cyro Baptista y sobre todo a Marc Ribot y Erik Friedlander, habitual comandita de Feldman, Cohen o Baron en otros proyectos de Zorn como The Dreamers o Bar Kokhba Sextet, pero este "Secrets" ha entrado directamente en mi top 10 de discos de Tzadik. Especialmente hermosos y emotivos resultan medios tiempos como Z'chor Dovon o Avinu Malkenu, mientras que el arrebato de freejazz enérgico se produce en casi el resto de composiciones (Lubavitcher Nigun que abre el disco, si no te apasiona y teletransporta no somos de la misma especie), mientras que el cierre resulta una especie de blues judío hipnótico y espasmódico liderado por el impresionante bajo y el piano.

Manic Street Preachers - Rewind the film (2013)

Manic Street Preachers son una banda estigmatizada, imposible de desasociar de cierta tristeza y fatalidad a raíz de la misteriosa desaparición del carismático Richey James. Aquel trágico suceso les aportó cierta melancolía, abandonado el gamberrismo casi punk de primeros trabajos como "Generacion terrorists" (1992, que yo tenía en casette), y pringándoles de épica y sobreproducción orquestal a partir sobre todo de "Everything must go" (1996), uno de los discos que más veces he escuchado jamás, lo confieso. Resulta chocante que "Rewind the film" suene tan positivo y popero ya desde el comienzo, con himnos como The Sullen Welsh heart o Show me the wonder, casi un anacrónico (y trompetero) exorcismo britpop. Sin embargo, las letras esconden una crueldad indecible, un cinismo cuarentón amargo y desolador. Pero, como digo, disfrazado de hermosísimas y alegres melodías casi navideñas al principio, que poco a poco se van sumergiendo en medios tiempos y baladas oscuras, con importantes colaboraciones vocales. No es su mejor disco, pero sí probablemente el que mejor comienza y termina, y me está acompañando mucho en estos días grises y moñas que me suceden.

"The world's end" (Edgar Wright, 2013)

No he podido esperar a ver en pantalla grande la nueva entrega de Edgar Wright y Simon Pegg, acompañados de sus habituales amiguetes y colaboradores, exhortado por una tarde libre de furiosa lluvia sobre los tejaditos que veo por la ventana que está al lado de mi pantallón. Como no estoy muy obsesionado con estar al día de la actualidad cinematográfica, recuerdo que me enteré del estreno de "The world's end" viendo el trailer en la MTV, una tarde de hace meses que estaba tomando unas pintas en un irlandés de Carabanchel. Allí dentro de pronto me dieron las dos de la mañana y me di cuenta de que no tenia forma de volver a casa, y me quedé a dormir en casa de un tipo al que no conocía de nada. Un martes. Qué aventuras tan tremendas, necesito un biógrafo. En fin, que estaba en un pub irlandés bebiendo Guinness viendo un anuncio de lo nuevo de estos magos del celuloide británico, y la película, en un principio, es un alegato precisamente de la vida rural británica, de pub en pub durante un reencuentro de colegas décadas más tarde para rememorar una apuesta inclumplida, y completar la Milla Dorada a través de los 12 pubs de la localidad ficticia de Newton Haven. Doce pintas de cervezas caseras a lo largo de las 12 entrañables tabernas del pueblo de su infancia. En el primer intento, los cinco mosqueteros (Simon Pegg, Nick Frost, Paddy Considine, Martin Freeman y Eddie Marsan) tuvieron que abortar la misión debido al abuso de sustancias. Veinte años más tarde, el líder de la pandilla, Pegg, que apenas ha madurado desde entonces y sigue igual de fiestero, fullero y alcoholizado, se propone rematar la faena y reúne a sus colegas de la infancia, todos ellos hoy en día acomodados empresarios o ejecutivos a los que en principio no les apetece demasiado dejar a la familia en casa y correrse una juerga. Como no podía ser de otra manera en los autores de "Shaun of the dead", "Hot fuzz" o "Paul", lo que parecía que iba a quedarse en una cachonda, melancólica y maravillosa buddy movie rural se transforma de repente en una orgía de violencia, ciencia-ficción y conspiraciones milenarias. "Hot fuzz" está demasiado arriba en mi ranking, pero en "The world's end" todo tiene tanta gracia, tanto corazón y funciona tan bien que se convierte en una de las mejores comedias de los últimos tiempos, y mi favorita en lo que va de año. Al margen de los efectos, las risotadas y los impecables diálogo y guión, "The world's end" es un soberbio ejercicio en torno a los placeres y los riesgos de la nostalgia (y de la farra), y una prodigiosa historia de amistad, amor, bofetadas y marcianos en la bucólica campiña inglesa.

Capa y Puñal

El otro día, paseando con unos colegas, encontré en una tienda casi toda la colección original de Forum de Capa y Puñal, dos de mis personajes favoritos de la Marvel, en cuatro tomos retapados, ¡por 4 euros! Los leí en su momento (y me deshice de ellos en HiperCómic, como hacía siempre), pero casi había olvidado estas historias, así que he estado leyendo todo lo que tenía a mano sobre estos tipos. Empecé mi puesta al día revisando las primeras apariciones de Capa y Puñal, en la colección Peter Parker, the Spectacular Spider-Man nº 64 (marzo de 1982), una época en la que el grandísimo y desgraciado Bill Mantlo (en 1982 fue atropellado por un malnacido que se dio a la fuga, y desde entonces apenas ha salido de hospitales e instituciones médicas, aquejado de irreparables daños cerebrales) estaba al cargo de aquella colección. El dibujo corría a cargo de otro artista desgraciado de aquella época, el olvidado, espectacular, eisneriano Ed Hannigan (actualmente víctima de una esclerosis múltiple). En aquella primera aparición nos narraban cómo Capa y Puñal, encarnación de la Oscuridad y la Luz, vagaban por las azoteas de Manhattan persiguiendo y asesinando a un cruel traficante de drogas afín a la Maggia (Simon Marshall) en las mismas narices de Spidey. En posteriores entregas (Spectacular #69-70) se nos narra el origen de Tyron Johnson y Tandy Bowen, dos jóvenes menores de edad que huyeron de casa y fueron captados por una célula de narcos comandada por Marshall, que experimentaban con un remedo más barato y de laboratorio de la heroína. Ty y Tandy fueron cobayas humanos sobre quienes testar si el producto podía ser puesto en circulación. Consiguieron huir de la isla en la que estaban siendo sometidos, y de alguna manera la droga transformó sus cuerpos en dos extraños receptáculos mutantes dependientes el uno del otro. La capa de Capa (un harapo piojoso azul y nego que encuentra en un callejón y del que ya nunca más se separará) es una especie de portal interdimensional hacia la Zona Sombría, absorbe la energía "mala" de los traficantes y drogadizos, y que debe alimentarse regularmente de la luz que emana de Puñal (la impresionante e hipersexuada ninfa menor de edad en ceñidísimo espándex blanco), quien a su vez dispara puñales de luz que hieren y curan la adicción a las drogas de sus contrincantes. Efectivamente, Bill Mantlo se inventó a dos (poderosamente atractivos y patafísicos) vigilantes intrínsecamente ligados al mundo de la droga del Nueva York marvelita. Así, en sus posteriores apariciones en diversas colecciones de Spider-Man se enfrentan a Kingpin, el Castigador o el supertraficante Cabello de Plata (que también aparece por primera vez en aquellos tiempos). Ya en 1983, Marvel decide lanzar a Capa y Puñal como protagonistas de su propia cabecera, en una serie limitada de 4 números (que me prestó mi amigo Scari en su edición original; en España se publicó en un solo tomo en la legendaria y ochentera Colección Extra Superhéroes) en la que continúan su patética y ultra-dramática guerra contra la droga. Bill Mantlo seguía a cargo de sus historias, dibujadas por el magnífico Rick Leonardi, a quien los fans de mi generación adoramos (dibujó algunos de los mejores números de la "etapa australiana" de Patrulla-X de Claremont, la inolvidable serie limitada de Coloso, o Spiderman 2099, una obra maestra del proto-ciberpunk). En 1985 obtuvieron su propia colección regular (por Mantlo/Leonardi), que solo duró 11 números, aunque en la edición española enlazó limpiamente con la continuación natural de CyP, ya en 1987, dentro de la serie Strange Tales featuring Cloak and Dagger & Doctor Strange. Si durante todo el vol. 2 (donde, por cierto, sustituyeron puntualmente a Leonardi en los lápices estrellones del momento como Marc Silvestri, Mike Mignola o Bret Blevins) Mantlo siguió contando historias oscuras, amargas y ciertamente pesarosas (no recordaba que esto fuese tan peripatético, repetitivo, que se llorase tanto y hubiera tanto cura y tanto yonki...), a partir de la etapa junto a Stephen Extraño (Peter B. Gillis/Blevins, con algún fill-in de Erik Larsen) las historias se vuelven menos lloricas y más sobrenaturales. Desgraciadamente, mis retapados terminan con esta etapa. Pronto se haría cargo de los guiones el entintador habitual de los personajes (y de medio Universo Marvel), el propio Terry Austin, en una de sus escasísimos trabajos intelectuales, dotando a la serie de algo más de optimismo y hasta un simpático humor negro. Entramos ya en el volumen 3 americano (1988, alcanzando, más o menos, la edición española a la americana), más conocido como The mutant misadventures of Cloak and Dagger. Donde antes se habían dedicado a perseguir a los narcos por medio mundo, y luego a enfrentar monstruitos y demonios, ahora Austin decide introducirles de lleno en la franquicia mutante y cruzarles continuamente con Factor-X, los 4 Fantásticos, Power Pack, los Vengadores, Spiderman... Pero todo esto no lo tengo :(

The Atomic Elbow fanzine #1-7

No recuerdo cómo descubrí este fanzine, obra de un fan del wrestling vintage de Georgia, Atlanta; pero al poco tiempo de empezar a seguir su blog y su página de Facebook, anunció que iba a sacar un tomo recopilatorio con los 4 primeros números. Enseguida decidí ponerme en contacto con él y hacerle un pedido, animado por lo que parecía una cosa tan guay y hecha con tanto cariño. En España, hasta el siglo XXI, nunca han existido revistas especializadas en wrestling, y mucho menos en el pressing clásico de los ochenta y noventa. Y un fanzine, para mí, son palabras mayores, es un producto fruto del amor y la pasión de un aficionado especial. Aproveché para que incluyera en el paquete el resto de números editados hasta el momento: 5, 6 y 7. Le hice un pedido colectivo, para otros dos amigos interesados, y la cosa salió bastante barata. Además, el tipo, Robert Newsome, tuvo el enorme detalle de meter en la caja tres juegos de pegatinas corporativas (Only wrestling is real!), un par de pósters (uno anunciando la salida del recopilatorio, y otro de un evento local en un garito de su ciudad para ver viejas cintas de lucha) y un parche de tela con el logo de The Atomic Elbow. La transacción fue estupenda, bastante rápida una vez que se materializaron los libros en su casa (desde que los anunció y se los pedí hasta que los recibió sí que pasó bastante tiempo) y muy positiva. Y el contenido está muy a la altura. Tanto que en las últimas semanas me he pasado unas pocas horas leyendo extensos artículos y entrevistas sobre y a norteamericanos coritos, aceitosos y desconocidos, en inglés.

Porque una de las características de cada entrega es que consta de pocos artículos, pero bastante extensos. Tanto el editor como los colaboradores acostumbran a introducir simpática y abundante información personal en cada artículo, del tipo de dónde estaban cuando tuvo lugar esa Raw, cómo convencieron a su padre para acudir a esa cita en un mall local de North Carolina para ver una sesión de lucha indie, o cómo conocieron a ese luchador disfrazado de mantis religiosa con el que trabaron amistad. Las reseñas de pretéritos shows (Wrestlemania IX, Great American Bash 1992, Halloween Havoc 2000, Clash of the Champions XVII, Smokey Mountain Wrestling Volunteer Slam 1992, AWA Super Sunday 1983, el inconcebible reality Celebrity Wrestling, un WCW Monday Nitro de 1990...) son graciosísimos, y los artistas critican una por una cada pelea, cada gimmick, cada estúpido comentario de los comentaristas, ridiculizan el esperpento culebronesco de la fanfarronada, las conexiones desde el hospital, los cuernos que se ponen unos luchadores a otros para animar el cotarro, etc., y reconocen honestamente su disfrute cuando la cosa se ciñe al deporte en sí, elogiando momentos memorables de la WWE, WWF, SMW, WCW, Chikara o cualquier otro evento independiente o local al que han asistido o han visto en un ignoto DVD. A lo largo de los siete números entrevistan a algún que otro luchador, pero también a artistas de cómic o músicos (el número 1 se abre con una charla con el mismísimo Bob Mould de Hüsker Dü y Sugar), árbitros o podcasters del gremio. Casi todos los números incluyen pequeñas historietas y pin-ups de artistas desconocidos pero bastante diestros, e incluso algún relato que ensalza recuerdos relacionados con Roddy Piper El Gaitero, Hulk Hogan, Brutus El Barbero, Sting, Jimmy Estaca Duggan, etc. El conjunto es una lectura entretenidísma (que no he acabado, y que confieso que llegado al 4º número he empezado a hacer en diagonal en algunos artículos), varios cientos de páginas de apretada letra y deliciosos pantallazos e ilustraciones que espero que siga creciendo y que de alguna manera pueda seguir recibiendo en mi buzón desde Atlanta, porque este fanzine es una pieza de artesanía bien bonita y muy recomendable.

"Argo" (Ben Affleck, 2012)

Ésta la tenía que meter en el lote perezoso y fugaz del último post, pero acabo de ver la caratulita ahora. Magnífica y entretenidísima, lo que parecía que iba a ser un homenaje al cine biográfico judío-americano de los primeros setenta sobre sucesos verídicos recientes (estoy pensando en Frank Serpico, en el Chacal, Zodiac, en Lumet, Schrader, DePalma...), se convierte (porque, increíblemente, así pasó) en un falso "Fitzcarraldo" en pleno conflicto, con un John Goodman imposible de separar de su personaje de "Matinée" y un Ben Affleck que parecía tonto y ha conseguido dejar de dar asco a la humanidad en su conjunto.

"La vida de Pi" (2012) / "Habitación 237" (2012) / "Sin tregua" (2012)

Como actualizo tan poco se me acumula el trabajo. De vez en cuando guardo en una carpeta del disco duro las portadicas de cosas que veo, para no olvidarme y reseñarlas aquí, pero luego pasan semanas y se me ha olvidado lo que he visto. Que no sea porque no lo intento, y aprovecho para recomendar de golpe estas tres que no tienen nada que ver pero que tenía ahí en esa carpeta, que vi hace relativamente poco y que me gustaron bastante.

"Life of pi" (Ang Lee) es una película de magia y aventuras para todos los públicos sobre un niño que huye de la adversidad y sobrevive a una odisea transoceánica en un pequeño bote que comparte con un voraz tigre de Bengala. Hinchada de impresinantes efectos especiales, una banda sonora soberbia, épica hollywoodiense de la de antes y una extraordinaria y fascinante simpleza.

"Room 237" (Rodney Ascher) es un documental que gira en torno a los recónditos mensajes y doctrinas que algunas personas han querido ver implícitos en los desasosegantes planos de la maravillosa "El resplandor" de Stanley Kubrick. Una de las piezas más entretenidas y majaretas que he visto en bastante tiempo, yo que soy tan fan de Stephen King y de esta adaptación en concreto. Visualmente no está muy por encima de esos montajes que circulan en Youtube sobre los alienígenas de la antigüedad en Moviemaker, cosa que aplaudo.

"End of watch" (David Ayer) es una buddy movie policial de manual, rodada como un falso reality en primera persona al estilo Cops (a bulto y sin obsesionarse con el metalenguaje) absolutamente deliciosa, que funciona como el mecanismo de un reloj y que me dejó pesaroso y afligido toda una tarde escuchando a Teenage Fanclub y comiendo helado.

"Lincoln" (Steven Spielberg, 2013)

Spielberg pone una nueva pieza en su puzzle revisionista y políticamente correcto, hace girar de nuevo el engranaje que acciona el repeluco colectivo, y al contar con Daniel Day Lewis cuesta pestañear porque da gusto verle; pero esto se me hizo eterno y parsimonioso como mirar la primera comunión de un primo lejano y una vez más me quedé dormido en la sala. De hecho salí pensando que a lo mejor el cine no es para mí porque cada vez tengo menos paciencia, y que a lo mejor no acabo saliendo de un after al amanecer finde sí y finde también porque me deje llevar y mame más de la cuenta sino porque es lo que me gusta, y no ir a ver estas películas tan afectadas y trascendentes.

"La grande bellezza" (Paolo Sorrentino, 2013)

Hace ya varias semanas que me senté a ver la nueva de Sorrentino, con una urgencia y unas ganas terribles, con las expectativas por las nubes, relajado, predispuesto, cómodo, recién merendado y exfoliado. Sin duda, una de las películas más grandiosas de los últimos años... tanto que a mí me vino grande. Extasiado por la fotografía e impresionado por las actuaciones o la música, intrigado por la trama y riéndome, excitándome o sobrecogiéndome cuando tocaba, mi conocimiento e interés hacia el cine clásico italiano sin embargo se limita a Jaimito, Tinto Brass, Leone, D'Amato, giallo, mondo... y a acumulación de bostezos y desconcierto las contadas veces en las que me he intentado enfrentar a una de Fellini, Antonioni, De Sica o Visconti cuando me las ponía mi padre (...o igual era por eso, por el furor edípico). Envidio un poco al que aglutina referencias como para disfrutar de estas obras tan intensas y grandilocuentes, quien le encuentra los tres pies al gato... No tengo yo nada en contra pero tampoco a mi favor en cuanto al cine italiano, es solo que las anteriores de Sorrentino me parecieron una maravilla absoluta, diáfana y nada complejas socio-culturalmente, y en ésta no sé yo si he sabido entrever lo que se contaba. O en realidad no sé si hace falta. Doy fe, en mi caso, de que para disfrutarla y estremecerse ante la bellezza que exhuda cada plano (a quince planos por minuto) no hace falta, no. Y que el carrusel de roadsine attractions de la humanidad que me fascinó en "This must be the place" sigue intacto (en este caso, en el hombre que se fotografía cada día, el tipo que hace desaparecer jirafas, la niña que pinta con rabia, las velinas y las caricaturas de la noche en las fiestas de alta alcurnia). Eso si, no ser mangurrianes como yo y ved esto proyectado en la pantalla más grande posible, porque es bellízzimo. En cuanto a las ideas expresadas y los referentes, ya digo que estoy en blanco, pero en cuanto al argumento asistimos al día a día de un escritor decadente, nostálgico, aburguesado, trepa, esnob y cínico que se aferra a una supervivencia hueca, pomposa y hedonista por pura desesperación, rodeado de gente exactamente igual de repelente. De fiesta en fiesta, sin ganas ya de nada más que fiesta, sexo carroza, farlopa, autoconmiseración y esa idiosincrática soberbia de la opulencia italiana que tan bien desgranaba el documental "Videocracia". Una delicia dilatada y trasnochada que a mí no me ha aburrido nada y con unos diálogos de los que hasta tomé notas.

2000 Maníacos #45: ¡Regreso a los 80's!

Una de las cosas más simpáticas que ha tenido este 2013, para mí que soy tan simple, ha sido que han salido no uno sino ¡dos! números del 2000 Maníacos, mi fanzine favorito, habitual en este blog y que atesoro desde su primer número(con un par de ausencias :_(). En este caso publican en su fecha de siempre, recién pasado Halloween, con ocasión de la Semana de Cine Fantástico y de Terror de Donosti, que les acoge y patrocina. Y se marcan un especial ochentero muy jugoso y bonito como siempre, aunque sabe a muy poco. Incluye un par de lacrimógenas loas a los viejos videoclubes, un top 50 de carátulas de VHS (que hace las veces de la habitual sección de reseñas, que esta vez no la hay), un alegato de Rubén Lardín sobre el cine comercial para (sacarle los cuartos a los) adolescentes, una égloga al Tobe Hooper torpe de la Cannon, un maravilloso repaso a la vida y obra del grandísimo Lon Chaney Padre (El Abuelito a lo suyo, hablando de los ochenta de otros siglos), el jugoso Programa Doble de Álex Zinéfilo (dedicado a dos extraños mondo-macabros hindúes), entrevistas a una diva del destape o a un gremlin malo, un imprescindible e importantísimo dossier sobre porno clásico (reader's digest de la "Breve historia del cine X" del propio Manuel Valencia)... Y entre alguna otra cosita, dos o tres artículos cortos que me han chocado un poco, porque coinciden demasiado con los contenidos del Amazing Monsters que me leí el otro día, incluída una entrevista con el propio autor del AM. Por ejemplo, el reportaje sobre la propia Cannon (claro que éste lo ha escrito Jesús Palacios, y convierte al otro una redacción escolar), y las otras entrevistas. Y de relleno un par de collages y una página con cromos de la Pandilla Basura... Cada vez el Mañacos me parece a mí que tiene menos letras y más collages, si no fuera por la verborrea del Abuelito, Calleja o Palacios. Pero me sigue gustando más que casi todo.

"Solo de moto" (Daniel Sueiro, 1967/2000)

Encontré esto el otro día en una mierdulería, y lo leí esa misma tarde en mi sillón del Capitán Kirk, escuchando a Mark Feldman, con la calefacción puesta, una manta encima, acariciando al gato y mirando la tormenta al otro lado de la ventana de mi ático. No era la lectura ideal para tan magnífica estampa, pero me entretuvo bastante. Se trata de una novelita pop publicada en 1967, recuperada recientemente por la efímera Gas Editorial en un formato muy chiripitifláutico. A Daniel Sueiro no le tenía localizado, y ejerce aquí de anacrónico cronista anti-jipi, narrando un viaje en burra hacia Torremolinos a través de la desértica estepa castellana repleto de slang de la época (nada chirriante, como sí pasa con determinados productos ochenteros afines al Rrrollo; sino estupendo, fresco, con un estilo trepidante, pinturero y cachondo) mucho más cercano a lo quinqui y a lo de la Elipa que a lo poco de la España de los sesenta que vendía el cine y el Aplauso: aquí un currela de taller de barrio, obsesionado con las motos, los bocatas y los cubatas, tiene una epifanía y necesita huir de la mugre capitalina y tratar de apretarse unas suecas en el idílico territorio del landismo. Y por el camino asistimos a su impaciente soliloquio y a sus aventuras.